miércoles, 6 de mayo de 2015

El disenso

El disenso (Pepe Alonso)1



Ante la imposición irremediable de un pensamiento único justificador de intereses, la práctica del disenso, la crítica o denuncia profética en sus diversos modos, ha de estar presente en la elaboración de criterios y enfoque de los problemas. Queremos aportar aquí la lectura de otra parábola del Evangelio, que nos puede suscitar elementos para situarnos en este apartado.

Por eso con el Reino de los Cielos sucede lo que con el dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Después de contratar a los obreros por un denario al día, los envió a su viña. Salió a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “id también vosotros a la viña y os daré lo justo”. Ellos fueron. Salió de nuevo al medio día y a primera hora de la tarde e hizo lo mismo. Salió por fin a media tarde, encontró a otros que estaban sin trabajo y les dijo: ¿Por qué estáis aquí el día sin hacer nada? Le contestaron: “porque nadie nos ha contratado” Les dijo: “Id también vosotros a la viña”. Al atardecer el dueño de la viña dijo a su administrador: “llama a los obreros y págales el jornal empezando por los últimos hasta los primeros”. Vinieron los de media tarde y cobraron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que cobrarían más; pero también ellos cobraron un denario cada uno. Al recibirlo se quejaban del dueño diciendo: “estos últimos han trabajado sólo un rato y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor”. Pero él respondió a uno de ellos: “amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Si yo quiero dar a este último lo mismo que a ti, ¿no puedo hacer lo que quiera con lo mío? ¿O es que tienes envidia porque yo soy bueno? Así los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos”. (Mt. 20, 1 – 16). 
Es una parábola desconcertante. En principio aparece un dueño injusto y unos trabajadores con respetables protestas y reivindicaciones; el oyente o lector, en principio, se pone de parte de la protesta de los trabajadores. Se trata de un planteamiento “distinto”. Los esquemas de pensamiento del Reino, los valores, los estilos son realmente revolucionarios. Disienten con la realidad totalmente. El principio de comportamiento va más allá que lo aparentemente justo. Es el principio del amor por encima de la justicia distributiva. Este principio de actuación se coloca más allá y rompe criterios legales y del llamado sentido común. Todos actuarían de la otra manera. Aparece una nueva doctrina, un nuevo estilo. Nuestra presencia en la realidad puede ser chocante, como lo fueron las conclusiones de este relato para los oyentes de Jesús.
En el contexto de decisiones en la sociedad contemporánea todo se canaliza por medio del consenso. La política, la ética, los acuerdos por consenso gozan de garantía general y por ese camino se intenta orientar el mecanismo de nuestro mundo. Habría que analizar si todos los consensos que aparecen refrendados son correctos o son simples pactos y cambalaches. Ante los pactos, consensos y acuerdos, que pueden estar viciados por la exclusión de los interesados, es necesario introducir el imperativo del disenso. Los mismos derechos humanos han ido formulándose en la humanidad a partir del grito de los disidentes, que han obligado a los poderosos a tomar otros acuerdos. Hablamos de disenso en el ambiente democrático de comienzos de siglo, donde existe la consulta popular, los ciudadanos se sienten más o menos representados en la toma de decisiones y se hace el esfuerzo de oír la voz de todos los implicados. Hablar de disenso en este marco es, al menos, arriesgado y disonante, e incluso puede parecer un atentado a las instituciones democráticas. Precisamente por estar inmersos en una sociedad de acuerdos generalizados, donde el consenso tiene el peligro permanente de convertirse en pactos de intereses, donde hay seres humanos que aún no tienen palabra y, si la tienen, carecen de medios para hacerse oír en igualdad de condiciones en la mesa del diálogo y discusión, precisamente ahí nos parece necesario el disenso a la hora de construir una ética abierta a soluciones de futuro.
Nos referimos y hablamos de una situación en la que los acuerdos fácticos son permanentes, se crean estados de opinión uniforme y las propuestas neoliberales se ofrecen como única alternativa para la pobreza que azota el planeta tierra. El poder cuasi absoluto de los medios de comunicación como divulgadores de cultura y creadores de estados de opinión se imponen con la orquestación de un pensamiento único. Pensar y opinar fuera de esos esquemas se considera negativamente utópico y conduce a la marginación intelectual. Desde esta perspectiva la disidencia tiene un valor fundamental y, según algunos pensadores, tiene la encomienda de fundamentar los derechos, o al menos dinamizar el proceso para que arranquen desde una auténtica matriz.

En esta tarea el mundo profesional tiene posibilidades privilegiadas, ya que para hacer frente al bloque de pensamiento oficial es necesario estar capacitados de conocimientos y análisis que descubran los fallos en las propuestas de influencia. Se han de situar desde la visión directa de la pobreza y los sin nombre, y desde las herramientas de análisis de las que están dotados por su preparación.
Esto lleva consigo discernimiento serio y confrontado para no caer en fundamentalismos, tan de moda en nuestra realidad. La referencia obligada siempre es el rostro del otro como llamada a una compasión real y efectiva.

Este disenso puede hacerse presente en algunos espacios como acuerdos colectivos de los profesionales de una misma rama, posturas de sectores que se unen para llevar adelante reivindicaciones, modos de actuación y en estados de opinión.


1 Alonso Morales, J., Humanizar la profesión, Cuaderno de formación de Profesionales Cristianos, 2010